Érase una vez un niño llamado Luis que tenía un padre que era explorador. Un día el padre tenía que investigar una jungla peligrosa y Luis quiso ir. Entonces se puso una ropa cómoda y se coló en el avión sin que el padre lo supiera.
Cuando el avión aterrizó en un pueblo cercano ya era de noche. Por eso pasó el padre la noche en una casa y el niño se hizo una cama atrás de la casa. Al día siguiente el niño desayunó con comida que cogió de su casa y luego persiguió al padre hasta la jungla.
El padre se adentró en la jungla y no se escuchaba nada. Cuando el niño entró pisó una rama y al crujir el padre miró hacia atrás y no vio nada. Al parar treinta segundos se escucharon muchos animales y al cabo de dos minutos pararon. Cuando el padre llegó a una zona se paró y montó una tienda de campaña. Se creía que la jungla estaba encantada. El padre se puso a investigar y no vio a ningún animal. El sonido provenía de un móvil que tenía el niño pero él no lo sabía. Cuando el niño se dio cuenta de que era el móvil lo apagó y al seguir al padre se le cayó el móvil.
Al volver a la zona donde estaba la tienda de campaña el niño se subió a un árbol y al romperse una rama, el móvil sonó. El padre vio el móvil y lo reconoció. Entonces pensó que no era la jungla la que estaba encantada sino el móvil. El niño se bajó del árbol y le explicó al padre todo lo que había hecho.
Después de un rato el padre pensó que a todas las misiones que iba, él se llevaría a Luis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario