(Imagen de "ovillan"·)
Nuestro maestro nos ha contado que, cuando era pequeño, les pidió a los Reyes Magos un esqueleto. No pidió otra cosa porque antes no había ordenadores ni aparatos electrónicos.
Gracias al esqueleto, mi maestro se aprendió todos los nombres de los huesos.
Su tía, que estaba estudiando para enfermera, se lo pidió para aprendérselo ella también.
Mi maestro hizo bien en pedirles eso a los Reyes Magos porque, por lo menos, le servía de algo.