Soy el ratoncito Jack y os voy a contar la historia de la Cenicienta.
En un castillo vivía un señor triste porque se murió su esposa. Tenía una hija muy guapa y buena. Para que no estuviese sola, se casó con una viuda que tenía dos hijas. Pero al poco tiempo, el padre de la niña cayó enfermo y se murió. La madrastra empezó a tratarla muy mal y a llamarla Cenicienta. La mandó a vivir a la buhardilla. La pobre niña era obligada a levantarse temprano para hacer todas las tareas de la casa: cocinaba, lavaba, barría,... Nunca podía divertirse, pero ella no se quejaba.
Cierto día llegó una invitación del Palacio Real para un gran baile que daría el príncipe y en el que elegiría esposa. Estaban invitadas todas las doncellas solteras del reino. Las hermanastras de Cenicienta, muy nerviosas y contentas, pensaban que elegiría a una de ellas. Y Cenicienta que lo oyó, también quería ir; pero sus hermanastras se rieron de ella. La madrastra la dio permiso si terminaba todas las tareas de la casa y arreglaba un vestido que ponerse. Pero, como era tan mala la madrastra, no le dejó tiempo para arreglar el vestido y nosotros, los ratoncitos, se lo arreglamos.
Cenicienta se vistió a toda prisa y, entonces, sus hermanastras, que la vieron tan guapa, se pusieron celosas y se lo rompieron. Se fue al jardín llorando mucho y entonces apareció su hada madrina. Transformó una calabaza en carroza, a nosotros, los ratoncitos, en caballos y a Cenicienta la vistió con un precioso vestido y le regaló unos zapatos de cristal. El hada le recordó que el encanto sólo duraba hasta las doce de la noche.
Cuando llegó al palacio, el príncipe la saludó y la invitó a bailar. Estuvo bailando toda la noche con ella y le pareció la más hermosa de todo el baile. De pronto, sonaron las doce campanadas y Cenicienta salió corriendo por las escaleras. Perdió un zapato y el príncipe lo recogió.
El príncipe, para encontrarla, mandó por todas las casas del pueblo probar el zapato y anunció que se casaría con la dueña. Se probaron el zapato sus hermanastras pero les quedaba pequeño. Entonces apareció Cenicienta y se lo probó; le quedaba muy bien. Así, Cenicienta se casó con el príncipe. Me alegré tanto que fui a la boda y Cenicienta me daba trozos de queso. Ahora vivo en el castillo con ellos, me lo paso muy bien y estoy muy feliz.
En un castillo vivía un señor triste porque se murió su esposa. Tenía una hija muy guapa y buena. Para que no estuviese sola, se casó con una viuda que tenía dos hijas. Pero al poco tiempo, el padre de la niña cayó enfermo y se murió. La madrastra empezó a tratarla muy mal y a llamarla Cenicienta. La mandó a vivir a la buhardilla. La pobre niña era obligada a levantarse temprano para hacer todas las tareas de la casa: cocinaba, lavaba, barría,... Nunca podía divertirse, pero ella no se quejaba.
Cierto día llegó una invitación del Palacio Real para un gran baile que daría el príncipe y en el que elegiría esposa. Estaban invitadas todas las doncellas solteras del reino. Las hermanastras de Cenicienta, muy nerviosas y contentas, pensaban que elegiría a una de ellas. Y Cenicienta que lo oyó, también quería ir; pero sus hermanastras se rieron de ella. La madrastra la dio permiso si terminaba todas las tareas de la casa y arreglaba un vestido que ponerse. Pero, como era tan mala la madrastra, no le dejó tiempo para arreglar el vestido y nosotros, los ratoncitos, se lo arreglamos.
Cenicienta se vistió a toda prisa y, entonces, sus hermanastras, que la vieron tan guapa, se pusieron celosas y se lo rompieron. Se fue al jardín llorando mucho y entonces apareció su hada madrina. Transformó una calabaza en carroza, a nosotros, los ratoncitos, en caballos y a Cenicienta la vistió con un precioso vestido y le regaló unos zapatos de cristal. El hada le recordó que el encanto sólo duraba hasta las doce de la noche.
Cuando llegó al palacio, el príncipe la saludó y la invitó a bailar. Estuvo bailando toda la noche con ella y le pareció la más hermosa de todo el baile. De pronto, sonaron las doce campanadas y Cenicienta salió corriendo por las escaleras. Perdió un zapato y el príncipe lo recogió.
El príncipe, para encontrarla, mandó por todas las casas del pueblo probar el zapato y anunció que se casaría con la dueña. Se probaron el zapato sus hermanastras pero les quedaba pequeño. Entonces apareció Cenicienta y se lo probó; le quedaba muy bien. Así, Cenicienta se casó con el príncipe. Me alegré tanto que fui a la boda y Cenicienta me daba trozos de queso. Ahora vivo en el castillo con ellos, me lo paso muy bien y estoy muy feliz.
7 comentarios:
HOLA EL CASTILLO ES TA MUY CHULI Y LAS BARBIES
me gusta mucho la carroza y las barbies y el castillo
Que tonteria no se como abeis podido poner eso porfavor yo lo borraria ¡yaaaaaaaaaaaaa¡ chao
po si no te gusta no lo mires
tiene suerte el raton yo tanbien quiero queso
lucia eres la mejor, eres mi idolo,la mas guay del mundo entero
al anonimo 2 el cuento esta muy bien no se para que dice eso si no le gusta que no lo lea,que no estan para tonterias
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